EUROPA
PRESS
28 enero
2019
Grasas buenas vs grasas malas, aprende a diferenciarlas
Si se habla de grasas en la
alimentación siempre se piensa mal, y en cómo éstas se pueden sustituir, cuando
realmente son nutrientes esenciales para la vida de todas las personas. Según
destaca la Fundación Española de Nutrición (FEN), las grasas tienen entre otras
funciones la de proporcionar energía al organismo inmediata o servir como un
reservorio para cubrir las necesidades a más largo plazo.
Asimismo, recalca que aunque el almacenamiento excesivo de
grasa no sólo parece antiestético e indeseable, sino que se relaciona con
diversos perjuicios para la salud, sí cierta cantidad de grasa corporal es
necesaria, ya que protege a los órganos y al cuerpo de lesiones y golpes, y lo
aísla frente a cambios de temperatura.
Por otra parte, la FEN recuerda que ejercen un importante
papel en la integridad estructural y en la función de las membranas de las
células; además, al ser hidrosolubles dice que ayudan en el transporte de otras
grasas dentro y fuera de las células.
En combinación con otros nutrientes recuerda que las grasas
proporcionan una textura que aumenta la palatabilidad de los alimentos,
haciendo más apetecible su consumo. También retrasan el vaciado del estómago,
contribuyendo a la sensación de saciedad, o remarca que las grasas de la dieta
sirven como transportadores de vitaminas liposolubles (A, D, E y K), y ayudan a
su absorción en el intestino.
"Sin embargo, y si bien queda demostrada la necesidad
de consumir grasas, sí es esencial conocer qué tipo de grasas debemos ingerir,
ya que no todas ellas se comportan de igual manera en nuestro organismo",
advierte la Fundación Española de Nutrición.
Según precisa, existe una abundante evidencia científica que
relaciona el consumo elevado de ácidos grasos saturados y 'trans'
con el incremento de colesterol total y 'colesterol-LDL' y, por tanto, con
riesgo de enfermedad coronaria. Por el contrario, los ácidos grasos mono y
poliinsaturados contribuirían a reducir el colesterol-LDL y a aumentar el
popularmente denominado 'colesterol bueno' (HDL)", advierte la FEN.
En una entrevista con Infosalus,
el presidente de la Fundación Alimentación Saludable, Jesús Román, insiste en
que no existen 'grasas buenas' ni 'grasas malas', si no que lo que hay son
dietas adecuadas o no. "En general, en nuestro país, se entiende como
beneficioso que predominen las grasas de origen vegetal (insaturadas) frente a
las de origen animal. Esto es un objetivo que además recomiendan las autoridades
sanitarias como la OMS. En España, lógicamente, tiene un sentido especial
cuando la grasa de elección más disponible, sabrosa y saludable, es el aceite
de oliva", precisa.
El experto en nutrición indica que las grasas insaturadas
predominan en alimentos de origen vegetal, excepto algunas excepciones como la
grasa de coco o de palma. "Las grasas insaturadas son beneficiosas por
diferentes motivos: reducción de riesgo cardiovascular, o de ciertos tipos de
cáncer, por ejemplo", precisa.
Mientras, señala que las grasas saturadas pueden tener un
efecto contrario cuando se consumen exageradamente (el caso de las carnes
rojas, o los embutidos, por ejemplo). En este sentido subraya que no es que
haya que prohibir el consumo de alimentos de origen animal sino preferir aquellos
más 'magros' (con poca grasa), y utilizar preferentemente el aceite de oliva
virgen.
"Las grasas saturadas no deberían de aportar más del
10% de las calorías de nuestra dieta. Es decir: los alimentos grasos de origen
animal deberían de consumirse de forma reducida. En el cuerpo no se acumulan
las grasas que comemos sino nuestra propia grasa que fabricamos como reserva a
partir del exceso calórico que ingerimos, provenga este de donde provenga. La
grasa saturada se relaciona con un incremento del colesterol sanguíneo (los
lácteos se consideran actualmente como 'neutros' en este sentido)",
agrega.
Así, destaca que lo importante no es 'prohibir' sino
fomentar el consumo de dietas saludables y bien equilibradas. "La dieta
mediterránea debería ser la base de nuestra alimentación con un aporte vegetal
(legumbres, frutos secos, cereales integrales, por ejemplo) amplio y
predominante", sentencia el presidente de la Fundación Alimentación
Saludable.
Finalmente, la FEN recuerda que todas las sociedades científicas
han establecido unos objetivos nutricionales sobre el consumo de grasa: Las
grasas totales de la alimentación deberían suponer entre un 30% y un 35% de las
calorías diarias. De ellas, las calorías procedentes de los ácidos grasos
saturados no deberían superar el 10%, las procedentes de ácidos grasos
poliinsaturados deberían estar entre un 6% y un 10%, y la procedente de ácidos
grasos monoinsaturados entre un 15% y un 20%.